La percepción de un objeto (producto, mensaje, persona, etc.) no es algo
aislado en si mismo, sin intermediación, que nos suministra datos directos del
exterior como si fuera un simple reflejo especular de este objeto, es un
fenómeno complejo relacionado con los sistemas de memoria. Demasiadas veces
tendemos a simplificar este proceso.
Tanto la mente como la estructura y función cerebral los podemos entender
como sistemas, en el sentido de que sus partes componentes son función unas de
las otras y que el todo es más que la simple suma de las partes.
Si consideramos como nos representamos el mundo externo, vemos que
inicialmente las funciones del cerebro
(especialmente las del cerebro anterior) dependen de la experiencia e
información proveniente del exterior y son funciones que dependen del canal (p.
ej. el movimiento en la visión), es decir, la información que viene procesada
en fragmentos separados se transmite por rutas precisas y especificas y se dirige
a regiones cerebrales también precisas.
En resumen, podemos decir que ante un input sensorial determinado
construimos unos patrones neurales específicos que dan lugar a unas
representaciones mentales complejas.
Las percepciones son una creación
del cerebro y de la mente humana (…) no existen fuera de nuestra mente (…) el
cerebro es el que ve, oye, siente (…) fuera de nosotros no hay luz, gusto,
tacto…" (I. Morgado, 2012)
Estos patrones complejos están afectados, en mayor o menor medida, por las huellas mnémicas, fundamentadas
en la experiencia, posibles
vínculos iniciales (apegos) y conexiones emocionales.
Es decir, la percepción,
incluso la más simple, es activa
y no pasiva, pues tiene lugar de con
todas las experiencias y su historia pasada (su memoria consciente e
inconsciente), expectativas y
presupuestos de aquel que percibe.
La percepción pura no existe.
Así pues, nuestra apreciación y experiencia del
mudo externo esta intermediada básicamente por los sistemas perceptivos
externos y los sistemas de memoria, en el bien entendido de que toda
apreciación y experiencia es corporal y mental.
A modo de ejemplo de lo anterior añado una breve
narración sobre la percepción y el recuerdo ligado a experiencias pasadas
(Ansermet y Magistretti, 2004), que puede
resultar sugerente.
“Estoy frente a un cruce peatonal y
el semáforo se pone en rojo: freno la marcha. Recuerdo
que rojo significa que no se puede cruzar y aguardo que se ponga en verde.
El comportamiento puede tener
variaciones. Si la calle es poco transitada y no vienen coches, tal vez decida
cruzar igual aunque el semáforo este en rojo, sobretodo si estoy apurado. Por
el contrario, si el semáforo esta en verde y un coche pasa en rojo, no cruzare.
Un mecanismo de protección se
pone en juego.
Un estimulo externo (semáforo en rojo o en verde), una acción a
efectuar (cruzar la calle). No
reacciono simplemente de manera refleja
al rojo y al verde: evalúo todos
los elementos del contexto inscritos en
nuestros sistemas de memoria, que entraran a funcionar para decidir que
acción debo emprender. Esto es efectuado por la memoria de trabajo. Es transitoria, los elementos permanecen en
ella para la evaluación y ejecución de la acción.
Si nuestras acciones tuvieran un
vinculo directo con el estimulo, seria un acto reflejo simple.
Hay otros elementos de la vida
inconsciente que intervienen en este proceso.
Estando el semáforo en rojo, apurado
de tiempo y no viniendo ningún coche, no cruzo. ¿Porque? Quizás por la
educación recibida, que pone en juego la culpa y el S-YO o
tal vez porque me invade un estado de
incomodidad, cuyo origen no comprendo, pero que me paraliza.
No he tomado consciencia de una valla publicitaria al otro lado de la
calle que muestra una feliz pareja viajando en un descapotable. Este estimulo nos recuerda
de manera inconsciente una historia de una ruptura inesperada durante un
viaje, de la que guardo un feo recuerdo, pero que vuelve de manera recurrente
bajo la nostalgia de aquella relación perdida.
No pienso en eso de manera
consciente, pero he quedado paralizado y no he cruzado la calle desierta,
delante de un semáforo en rojo.
La
activación de las huellas mnémicas, asociadas con un estado somático de
displacer ligado a una historia de frustración, interfiere en la toma de
decisión al punto de inhibir la acción.
Una
decisión inconsciente.”
Muy interesante y bien desarrollado. Gracias por este post.
ResponderEliminarEnlazado en Upnews.es : Percepción y memoria. ¿Como decido cruzar un semáforo?, donde podéis votarlo para que llegue a portada.